La devoción para ofrecer el día a nuestro ángel de la guarda.

Querido santo ángel guardián, contigo también doy gracias a Dios, quien en su bondad me ha confiado tu protección.

Oh Señor, te agradezco por el regalo del Ángel de la Guarda, un regalo que me has dado personalmente. Te agradezco el poder que le has dado a mi Ángel para que me transmita tu amor, tu protección. Alabado sea Dios por elegir a mi ángel de la guarda como su colaborador.

Te agradezco, ángel de la guarda, la paciencia que tienes conmigo y tu constante presencia a mi lado. Gracias, ángel de la guarda, porque eres fiel en el amor y nunca te cansas de servirme. Tú que no apartas la mirada del Padre que me creó, del Hijo que me salvó y del Espíritu Santo que sopla el amor, ofrece cada día mis oraciones a la Trinidad.

Tengo confianza y creo que mis oraciones serán respondidas. Ahora, Ángel de la Guarda, te invito a que me precedas en los eventos de hoy.

(presentar al Ángel los compromisos del día, el trabajo, los viajes a realizar, los encuentros…).

Protégeme del mal y del mal; inspírame las palabras de consuelo que debo decir: hazme discernir la voluntad de Dios y lo que Dios quiere hacer a través de mí.

Ayúdame a tener siempre el corazón de un niño ante Dios (Salmo 130). Ayúdame a luchar contra las tentaciones y a vencer las tentaciones contra la fe, el amor, la castidad, enséñame a abandonarme a Dios y a creer en el amor.

Santo Ángel de la Guarda, lava mi memoria y mi fantasía herida y manchada por todo lo que veo y oigo. Líbrame de los deseos desordenados; de deslizamientos en mi exagerada sensibilidad, de desánimo; del mal que el diablo me presenta como bueno y del error presentado como verdad. Dame paz y serenidad, para que ningún acontecimiento me perturbe, ningún mal físico o moral me haga dudar de Dios.

Guíame con tus ojos y benevolencia. Pelea conmigo. Ayúdame a servir al Señor con humildad.

¡Te agradezco mi ángel de la guarda!